Un día como hoy, el 18 de marzo de 1871, se produjo en París la insurrección popular que condujo al establecimiento de la Comuna, una experiencia revolucionaria de democracia directa que duró 60 días, hasta que fue aniquilada por el ejército de Versalles durante la llamada Semana Sangrienta, dejando más de 30 000 asesinadxs. Como escribiera Kropotkin: «(…) el pueblo de París se sublevó contra un poder detestado y despreciado por todos y declaró la ciudad de París independiente, libre, dueña de sí misma». Tras la supresión de la Comuna, fueron detenidxs más de 45 000 comunerxs, muchxs de ellxs ejecutadxs y el resto condenadxs, encarceladxs o deportadxs. Justamente el 18 de marzo del año pasado se terminó de imprimir en los talleres de Brizzolis nuestro libro Cerca de aquí / Hemendik hurbil, un viaje colectivo de imágenes y palabras a través del conflicto vasco, fundamentalmente durante los años 90, aunque se extiende antes y después. Como suele decir su autor Clemente Bernad a modo de aviso a jóvenes despistadxs, las fotografías del libro no están hechas con ninguna clase de Inteligencia Artificial. No hubo ningún prompt o descripción que indicara qué debían mostrar y cómo debían ser deben ser las imágenes que hablaran de lo que sucedía en las calles en aquellos años. Simplemente, sucedió: esa es la materia prima indispensable de los discursos documentales. Lo que muestran las imágenes pasó realmente en aquellos lugares y en aquellos momentos ante los ojos del fotógrafo, que trató de mostrarlo de la forma —siempre subjetiva—que él mismo libremente eligió. Si estás interesadx en el libro, puedes adquirirlo en nuestra tienda. No quedan muchos ejemplares, porque estamos reservando algunos para las exposiciones del trabajo que tendrán lugar próximamente en La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona y en San Telmo Museoa de Donostia / San Sebastián. PD. La manipulación de fotografías no es algo de nuestros días, aunque haya quien así lo crea. Ya durante la Comuna de París el fotógrafo Ernest Eugène Appert realizó una serie fotografías escenificando con actores crímenes cometidos por comunerxs, sobre las que cortó y pegó los rostros de lxs líderes revolucionarixs, para demostrar (aprovechando la credibilidad que poseen las fotografías) su participación y conseguir su condena y descrédito, así como la maldad intrínseca de la Comuna. PD2. No todxs los fotógrafxs o artistas eran de esa mala calaña: la comisión de Bellas Artes de la Comuna propuso la demolición de la columna Vendôme a través de este decreto: «La Comuna de París, considerando que la columna imperial de la plaza Vendôme es un monumento de barbarie, un símbolo de fuerza bruta y de falsa gloria, una afirmación del militarismo, una negación del derecho internacional, un insulto permanente de los vencedores hacia los vencidos, un atentado perpetuo a uno de los grandes principios de la República francesa, la fraternidad, decreta: Artículo único. La columna Vendôme será demolida». PD3. Ese decreto de la Comuna podría aplicarse a muchos monumentos fascistas de este país, pero aquí hasta las leyes de memoria histórica o democrática protegen los monumentos fascistas que nos rodean, amparándose en sus valores artísticos. Necesitamos artistas como Gustav Courbet (delegado de la Comisión de Bellas Artes de la Comuna) que levanten su voz contra la falsa artisticidad de esos monumentos al odio. Pero tuvo un precio: por el derribo de la columna fue condenado a seis meses de prisión y a 300 000 francos de multa, que no llegó a pagar porque se exilió. PD4. No nos engañemos, Courbet no solo fue represaliado y cancelado hace 153 años: hace apenas 6 años, un usuario acusó a Facebook de suspender su cuenta por haber publicado en ella su conocida pintura «El origen del mundo». Como suele ser habitual, la justicia francesa exoneró a Facebook de tal cosa. PD5. Tras la demolición de la columna Vendôme, los versalleses recogieron los trozos dispersos de la misma y la volvieron a erigir, esta vez sobre los cadáveres de miles de comunerxs. Es lo que pasa cuando no se acaba de reducir a cenizas el oprobio, que quien viene después lo devuelve con creces a su significado original: ahora, la columna está en una de las plazas más lujosas del mundo, rodeada de hasta 28 joyerías y de tiendas como Dior, Chanel, Cartier o el hotel Ritz. Esos sí que saben resignificar. |
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